Cancún. – Un nuevo descubrimiento continúa develando las secuelas de la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias producidas por las pruebas con bombas nucleares durante las décadas de 1950 y 1960, luego que un grupo de universitarios rastrearán que la miel de abeja contiene grandes cantidades de radiocesio, una sustancia potencialmente radiactiva.
Consecuencias de uso de armas destructivas
El estudio fue realizado por el College of William & Mary, en Williamsburg (W&M), Virginia, y liderado por el geólogo James Kaste, quien trataba de explicar a sus estudiantes de pregrado sobre las consecuencias, a largo plazo, del uso de armas de destrucción masivas.
De acuerdo con el especialista en ciencias de la tierra, las bombas nucleares expulsaron radiocesio, una forma radiactiva del compuesto químico cesio (Cs).
Su magnitud radiactiva es tal que estos niveles radiactivos pudieron ser mucho más altos en las décadas de 1970 y 1980 que en el momento en que las armas fueron detonadas, decenios antes.
El académico relató en una publicación de “Nature” que el cesio modificado se esparció en la atmósfera superior de nuestro planeta. Posteriormente, los vientos diseminaron este material radiactivo alrededor del mundo.
Lluvia radiactiva
Sin embargo, explicó el investigador, que la distribución no fue uniforme, pues el estado meteorológico, motivado por vientos y lluvias, condujo su trayectoria a zonas específicas, una de ellas fue al este de EU. Este fenómeno ha sido denominado como “lluvia radiactiva”.
Las consecuencias no se detuvieron ahí, pues el radiocesio, por sus características solubles, fue absorbido por el agua y las plantas, pues comparte propiedades químicas muy similares a las del potasio, un nutriente vital del cual se abastecen.
En este contexto, el catedrático dio como tarea la recolección de alimentos locales, provenientes de los destinos en donde habían vacacionado sus estudiantes, durante la primavera. Los alimentos fueron sometidos a pruebas de radiocesio, para conocer la cantidad de átomos con exceso de energía nuclear que contenían.
Miel en Carolina del Norte
El grupo universitario se sorprendió al identificar, entre los alimentos estudiados, que la miel de Raleigh, una ciudad de Carolina del Norte, tenía niveles de cesio, hasta 100 veces más altos que el resto de alimentos observados.
El experto en ciencias geológicas, junto con sus alumnos, se cuestionaron si el néctar de plantas, recolectado por las abejas al este de EU, para la fabricación de miel, concentraba el radiocesio, despedido durante las pruebas de bombas.
Fue así que, el grupo de investigación recolectó más de 122 muestras de miel cruda, producida por agricultores locales, de las cuales detectaron que 68 de ellas contenían niveles de radiocesio, superiores a 0.03 bequerelios por kilo, equivalentes a 870 mil átomos de radiocesio por cucharada.
Los hallazgos revelaron que, a miles de kilómetros del sitio de la bomba más cercano y más de 50 años después de que explotaran, la lluvia radiactiva todavía circula a través de plantas y animales.
Sin embargo, representantes de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de EU, en una entrevista para “Science”, aseguraron que estos niveles de radiación no son un motivo de preocupación, ya que se encuentran “muy por debajo” de la cantidad de bequerelios por kilo, que podrían ocasionar un problema de seguridad alimentaria, los que equivalen a mil 200 becquerel.