Una frase de uso común afirma que nadie está obligado a lo imposible. Es tan certera que a veces sirve como justificante. Pero así es: ante lo imposible, nadie.
Hay otra que nos invita a aspirar a lo imposible para poder alcanzar lo posible. Realizar el mayor esfuerzo para derribar barreras. Lograr lo nuevo posible.
La política se define como el arte de lo posible. Cuando un político hace posible lo nuevo posible es un artista.
Si es un político que no es político pero que al hacer política consigue dominar el arte, el resultado exhibe su belleza.
Y si la artista de la política es una política que no es política, en un medio dominado por hombres políticos y el machismo, el producto es excelso. Hace parecer posible lo imposible.
Todos conocimos a Mara Lezama no siendo política y luego, aquellos días, metiéndose en la política por una puerta grande y retadora. La incredulidad en la opinión común estaba justificada. Valor y voluntad parecían insuficientes.
Un par de años después, sin dificultad se puede identificar a la política en que se ha convertido aquella no política. Proyecta, aunque quisiera ocultarlo, estar realizando un intenso y comprimido ejercicio de escudriñar en el arte de lo posible.
Por ejemplo: Mara habla lo suficiente y sin temor pregunta, pero no necesariamente dice. Cuando obtiene respuestas a las preguntas de lo que aparentemente no sabe, solo se ratifica a sí misma que sí lo sabe. Pero no lo dice.
Mara sabe más de lo que dice, si acaso insinúa, aunque dice no saber gran cosa; bueno… poquito.
El segundo informe de actividades que ha presentado como alcaldesa, en forma y contenido, resume más de lo que ahí se menciona. Pone en evidencia que ha nacido una estrella y asciende. No me refiero a la presencia histriónica, que de suyo es. Mara experimenta sin limitación y rápido aprende. Se percibe que cada vez conoce más y domina mejor los cómo, dónde, cuándo y con quién. Claves de la cadencia, ritmo y compás de ese buen y difícil arte.
Cualquier aspiración de ascenso político para Mara puede ser cuestionada o controvertida -cosa normal en la democracia- pero está plenamente justificada. Tiene porte y aportes para ofrecer en la vida publica que requiere de personas cada vez más experimentadas. La desafiante escuela intensiva que significa, para quien sea, gobernar un municipio como Benito Juárez la está tomando con arrojo y responsabilidad. Resaltan los resultados.
El más importante desde mi punto de vista: la forma directa, ágil y comprometida con la que ha gestionado la crisis sanitaria-económica generada por la pandemia que seguimos viviendo. Justo el acontecimiento medular por el que se habrá de juzgar a los gobernantes en esta etapa de la historia.
Gobernar no es cosa fácil, a pesar de quienes suponen lo contrario. Fácil es criticar cuando no se tiene que cargar con la responsabilidad de responder por la suerte y futuro de cientos de miles o millones de seres humanos. No cualquiera se atreve, aunque vocifere. Menos son aún quienes lo hacen bien.
En resumen: equivocados están quienes se limitan a identificar a Mara como una “simple” locutora o comunicadora aventada al ruedo. Hay quien lo dice en tono despectivo, como si fuera una actividad denigrante o de poca monta profesional. Es una actividad digna y compleja, pero ya insuficiente para describir a la Mara Lezama de hoy. Entró a la esfera de lo nuevo posible.
Lo afirmo con crítico conocimiento de causa. Quien lo dude póngale un poco mas de atención. Por ahí y se llevan una sorpresa.
De pasadita: la audacia insensata puede ser la madre de los descalabros, dicen. Hasta de las desgracias. Pero, al final, con inteligencia y algo de suerte, el mundo es para los que se atreven.