Cancún.- En condiciones extremas, la vacunación contra la COVID-19 de las comunidades indígenas de la Amazonía brasileña se convirtió en una odisea a contrarreloj, ante el repentino aumento de contagios y la irrupción de la nueva variante del virus que ya preocupa a medio mundo.
A toda velocidad, surcando el río “Preto do Pantaleao” en una lancha rápida, Ilair Mura, agente de salud indígena, carga sobre su regazo una rudimentaria nevera de porexpan con un medidor de temperatura amarrado en el lateral con cinta adhesiva. “Estoy llevando esperanza”, comenta el miembro de la etnia Mura.
Se busca inmunizar rápido a los indígenas
En el interior de esa nevera hay una veintena de vacunas del laboratorio chino Sinovac, que serán administradas en la remota aldea de Soares, en la tierra indígena Pantaleao, interior del estado de Amazonas.
Las autoridades sanitarias brasileñas se aprestan a inmunizar en el menor tiempo posible a una población vulnerable que a lo largo de la historia ha sido diezmada por la aparición de nuevas enfermedades.
Según el Ministerio de Salud, 42 mil 40 indígenas que viven en aldeas han sido infectados con el SARS-CoV-2, de los que 555 fallecieron. La Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) cuenta, por ejemplo, 47 mil 937 contagios y 953 fallecidos por COVID-19.
Nervios y alegría ante la primera dosis
Ilair camina con la nevera como si fuera una reliquia. La inmunización tendrá lugar en una especie de pequeño pabellón, sin paredes, aunque techado y en cuya cabecera destacan unas ramas de palmera y una mesa de madera.
Los funcionarios del Distrito Sanitario Especial Indígena (DSEI) de Manaos, capital de Amazonas, son los encargados de administrar la vacuna a los más de 15 mil indígenas de las aldeas que son de su competencia.
Han aplicado la primera dosis al 60% de ellos.
En la fila de espera no se acumulan más de tres indígenas, que aguardan su turno sentados en unos bancos de madera. La vacuna es una “garantía de que vas a vivir más tiempo”, declaró mientras sostenía con orgullo una cartilla de papel con el registro de la primera dosis.
Sin embargo, en el resto del país, la inmunización de los pueblos indígenas no va a un ritmo tan rápido como en esta zona. De acuerdo con el Ministerio de Salud, cerca del 37% de los 410 mil indígenas adultos que viven en aldeas, principalmente en la Amazonía, ya han sido vacunados. Según el Censo de 2010, Brasil cuenta con unos 900 mil indígenas en su territorio, de los que alrededor un tercio viven en áreas urbanas.
Más equipos médicos
Esta segunda ola pandémica ha generado un nuevo colapso sanitario en Amazonas, esta vez agravado con la falta de oxígeno, que podría haber provocado la muerte por asfixia de al menos 50 personas. La Policía Federal está investigando al ministro de Salud, el general del Ejército Eduardo Pazuello, por estos hechos.
En medio de esta tragedia, los agentes sanitarios del DSEI de Manaos también están mejorando las instalaciones médicas en las aldeas, como en Sao Félix, cuyos habitantes han establecido barreras sanitarias a la entrada vigiladas por guerreros indígenas.
La entrada a Sao Félix está llena de carteles en letras rojas que prohíben la entrada a personas ajenas a esta aldea indígena, y recomiendan el aislamiento. El temor al virus es palpable, pero la ilusión por la vacuna también.